Chetitas ecosensibles

Tejías un sweater muy lindo en el andén. Y también silbabas a Haendel.
Subiste al tren con tus lindos ojos y tu bolsita “Eco-amiga” de Disco. Subiste en San Isidro y bajaste en Olivos. A la hora de bajar te fuiste hasta la puerta que quedaba justo en frente mío, moviste la cabeza como si hicieras yoga o danza y elongaste un poco. Tu parka de media estación no lograba ocultar del todo un culo imponente.
Al abrirse las puertas censuraste a los muchachotes, que abrupta y desconsideradamente suben al tren sin dejar primero que bajen los pasajeros. Tu comentario tuvo razón pero no menos su desesperación por tener un lugar más o menos acomodado. Me hizo acordar de Violencia Rivas cuando decía “ … terapias alternativas, yoga, Reiki, masajes, todas esas cosas. Para que los burgueses consigan en dos o tres años la relajación y la armonía que otros tienen que lograr tomándose un moscato en Constitución antes de viajar, tres horas hasta Berazategui, para bajar, sacarse las ganas de prenderle fuego a todos los edificios donde habitan los que nos enseñan a ser sumisos y tolerantes con los psicopatas que nos mantienen como animales serviles, tirando del sulky donde pasean los hijos de puta que inventaron eso”.
Estabas muy linda igual.